Luchar por lo que importa - Bajo el Silencio de las Sombras

 "No importa lo que digan, no importa lo difícil que se ponga. Voy a luchar por ti, por nosotros."

Hay promesas que no necesitan papeles ni testigos; nacen en un susurro sincero y valiente. En Bajo el Silencio de las Sombras, Diego nos regala una de esas frases que calan hondo, que nos invitan a recordar que el verdadero amor no se esconde ni se rinde.

En un mundo donde los prejuicios y las miradas ajenas pesan, él elige luchar. Porque cuando el corazón habla con tanta claridad, solo queda ser valiente y aferrarse a lo que realmente importa. Valeria y Diego lo saben: su historia no será fácil, pero cada paso, cada lágrima y cada obstáculo valdrá la pena.

Esta novela no solo habla de amor; habla de resistencia, de lealtad y de esas batallas silenciosas que todos, en algún momento, hemos librado.

Ahora tú también podrás sumergirte en esta historia y sentir cada palabra como si fuera tuya.

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Ya a la venta: Bajo el Silencio de las Sombras

El día ha llegado.

Después de meses de trabajo, emociones y muchas noches dejando que el alma hablara más alto que la razón… Bajo el Silencio de las Sombras ya es una realidad. Y desde hoy, ya puedes tenerlo en tus manos.

Esta no es solo una historia de amor. Es una historia de superación, de miradas que atraviesan muros, de silencios que gritan más que las palabras.

Es el camino de Diego y Valeria, dos adolescentes marcados por su entorno, que deciden luchar contra todo lo que intenta separarles. Es un relato de heridas, pero también de esperanza; de prejuicios, pero también de segundas oportunidades.

Cada página está escrita desde la emoción. Desde ese rincón que todos tenemos y pocas veces dejamos salir. Y hoy, te invito a formar parte de esta historia.

💫 Bajo el Silencio de las Sombras ya está disponible en librerías, Amazon y bajo pedido directo.

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Gracias por acompañarme en este viaje. Ahora, el silencio habla… y tiene mucho que contar.

Las Palabras que Hieren Más que las Armas

Hay heridas que no se ven, pero que duelen igual o más que las que deja una caída. Heridas que no sangran, pero que se quedan ahí, clavadas en algún rincón del alma. Son las que provocan las palabras. No las que se dicen con furia, sino también las que se lanzan sin pensar, sin medir, sin imaginar el eco que pueden dejar.

Una palabra puede ser refugio o puede ser puñal. Puede levantar o puede hundir. Puede marcar para siempre. A veces se sueltan en medio de una discusión, otras disfrazadas de broma, y otras tantas con ese veneno que lleva el rencor. Y cuando llegan, ya no hay forma de hacerlas desaparecer. Porque las palabras no se desdicen: se quedan.

He aprendido que no siempre recordamos exactamente lo que alguien hizo, pero sí cómo nos hizo sentir. Y muchas veces, ese sentimiento nace de lo que dijo. De lo que no se debió decir. O de lo que se dijo cuando más vulnerables estábamos.

Por eso, hablar con el corazón no es solo una forma de comunicarse, es una forma de cuidar. Porque no sabemos qué batalla está librando la persona que tenemos enfrente, ni qué cicatrices arrastra.

📖 Hoy te invito a pensar en el poder de tus palabras. Que no sean armas, sino puentes. Que no se claven, sino que abracen. Porque, aunque no lo veas, hay palabras que se quedan para siempre.

“Cuando el adiós no se dice”

 Hay despedidas que se sienten, pero no se pronuncian. Momentos en los que sabes que algo llega a su fin, aunque nadie lo diga en voz alta. Silencios que pesan más que cualquier palabra, miradas que evitan cruzarse, abrazos que duran un poco más, como si ambos supieran que será el último. No todas las despedidas vienen con palabras. Algunas llegan de puntillas y se instalan sin pedir permiso. Se quedan grabadas en la memoria como un susurro que no se escuchó, pero que el alma entendió perfectamente. He aprendido que esas despedidas silenciosas duelen diferente. Porque no hay un cierre, no hay un “cuídate” o un “hasta pronto”. Solo queda la sensación de algo inacabado, de palabras que no se dijeron, de gestos que se guardaron por miedo o por no saber cómo. Pero también he entendido que, a veces, el adiós no necesita ser dicho para ser real. Que hay personas que simplemente se van, etapas que terminan sin aviso, y caminos que se separan sin hacer ruido. Y está bien. Porque, aunque duela, esas despedidas nos enseñan a soltar, a aceptar y a seguir adelante cargando solo lo bueno. 📖 Hoy te invito a pensar en esas despedidas que no se dijeron, pero que aún vives en silencio. Tal vez, sin darte cuenta, ya las entendiste y las aceptaste.