sábado, 31 de mayo de 2025

Quien no ha corrido bajo la lluvia…

Quien no ha corrido bajo la lluvia y ha sentido libertad,probablemente ha vivido más pendiente del paraguas que del cielo.

Más ocupado en no mojarse que en moverse.
Y eso es lo que les pasa a muchos: se obsesionan tanto con no tropezar, con no mancharse, con no romperse, que terminan pasando por la vida de puntillas… sin pisarla.

Porque la vida no se vive a salvo.
La vida se vive de verdad cuando estás dispuesto a ensuciarte, a mojarte, a arriesgarte.
Cuando entiendes que un resfriado vale la pena si ese charco te hizo reír como un niño.
Que un “lo intenté” vale más que un “me quedé con las ganas”.
Que las mejores historias no las escriben los que se protegieron, sino los que se atrevieron.

Hay quienes se aferran a su agenda, a su rutina, a sus manías de control.
Pero ¿de qué sirve vivir cien años si lo haces con el alma en pausa?
¿De qué sirve cuidarte tanto, si al final no viviste nada?

Dios no te dio la vida para que la guardes en una caja fuerte.
Te la dio para que la uses, para que la gastes, para que la compartas.
Y cuando llegue el final —porque llegará, sin importar cuántas ensaladas comas o cuántas pastillas tomes— que al menos puedas decir:
“Viví como si cada gota de lluvia fuera un regalo.
Me empapé de momentos.
Y no dejé que el miedo me robara la libertad.”



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuando el Silencio Habla

Hoy, después de misa, decidí quedarme un rato más. No tenía prisa. Algo en mí me pedía quedarme. Y lo hice. Me senté frente al Sagrario, fre...