Hay personas que no lo dicen.
Que no lo piden.
Que no se quejan ni levantan la voz.
Personas que caminan por la vida con el alma rota… y una sonrisa en la cara.
Personas que dan abrazos mientras por dentro tiemblan de frío.
Y es que hay quienes necesitan amor, pero no saben cómo pedirlo.
Porque la vida les enseñó a aguantarse, a no molestar, a ser fuertes… aunque estén al borde del derrumbe.
Porque aprendieron a tragarse las lágrimas para no incomodar, a callarse el dolor para no preocupar.
Y así andan…
Recogiendo los pedazos de su corazón en silencio.
A veces los ves riendo, bromeando, siendo los que siempre animan, los que siempre están…
Pero si miras bien, notarás que sus ojos no brillan como antes.
Que su voz, aunque firme, a veces se quiebra.
Que su alegría parece un disfraz demasiado bien cosido.
No necesitan lástima.
No quieren que los salves.
Solo necesitan amor.
Del bueno.
De ese que no juzga, que no interroga, que no exige explicaciones.
De ese que abraza sin hacer preguntas.
De ese que dice "estoy aquí", sin necesidad de más palabras.
Porque a veces un “te noto cansado” puede salvar un día.
Porque a veces un abrazo sin motivo es más necesario que el aire.
Porque hay personas que, aunque no lo digan, están luchando batallas enormes…
Y un poco de amor puede ser su única tregua.
Así que mira a tu alrededor.
Escucha con el corazón.
Y si ves a alguien en silencio, sin fuerzas o sin ganas…
No le preguntes qué le pasa.
Abrázalo.
Y quédate.
A veces, el mayor acto de amor… es simplemente no irse.
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