domingo, 2 de noviembre de 2025

El error que siempre vuelve

Nos pasamos la vida repitiendo frases hechas:

"De los errores se aprende", decimos, como si el simple hecho de tropezar nos hiciera más sabios.

Pero la realidad es otra, mucho más dura.

De los errores no se aprende, se sobrevive.


El ser humano tiene una habilidad increíble para olvidar lo que duele. Cuando el golpe pasa y la calma vuelve, enterramos lo vivido en algún rincón del alma, convencidos de que ya está superado. Pero lo que se olvida no se aprende… y lo que no se aprende, se repite.


Nos decimos que no volverá a pasar, que la próxima vez será distinto, que ahora sí hemos madurado. Y sin embargo, cuando el tiempo borra las huellas del tropiezo, volvemos a andar descalzos sobre las mismas piedras.

Porque el tiempo no enseña. El tiempo anestesia.

Nos cura las heridas, pero también nos roba la memoria.


Creemos que el dolor deja lecciones, pero muchas veces solo deja cicatrices. Y con los años, esas cicatrices se vuelven casi invisibles. Hasta que un día, sin saber cómo, el destino nos pone de nuevo frente al mismo error. Entonces entendemos que la vida no repite capítulos por capricho, sino porque aún no hemos entendido la lección.


No aprendemos del error, aprendemos cuando recordamos el error.

Cuando lo analizamos, cuando lo aceptamos sin buscar culpables, cuando lo miramos con honestidad y decimos: “Sí, fui yo. Yo lo hice mal”.

Esa es la diferencia entre tropezar y crecer.


Quizás la sabiduría no esté en caer ni en levantarse, sino en tener el valor de recordar dónde nos caímos.

Porque mientras sigamos huyendo del pasado, el pasado nos seguirá los pasos.

Y cada olvido será una invitación a repetir la historia.


Así que no, no creo que de los errores se aprenda.

Creo que solo se aprende de lo que no se olvida.


Y tú…

¿crees que aprendemos de los errores o simplemente los dejamos dormir hasta volver a tropezar?


Déjame leerte en los comentarios.

Tal vez, entre todos, encontremos la respuesta.




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