domingo, 25 de mayo de 2025

Cuando todo termina

Hay un instante, justo después del final, en el que el silencio lo llena todo. Un suspiro ahogado, una lágrima contenida, una palabra que ya no se dijo. Cuando todo termina, comienza otra cosa. Aunque no lo parezca. Aunque duela.

Porque lo que acaba, no desaparece. Se transforma. Cambia de forma, de lugar, de ritmo. A veces se convierte en recuerdo. A veces en herida. A veces en enseñanza. Y otras, simplemente, en un hueco que antes estaba lleno.

Terminan los libros que no queremos cerrar. Terminan los amores que creíamos eternos. Terminan las etapas que fueron hogar, y los días que no supimos que eran los últimos hasta que pasaron. Y entonces nos preguntamos: ¿y ahora qué?

Ahora toca aprender a soltar. A agradecer lo vivido. A quedarnos con lo que nos hizo crecer. A mirar atrás con ternura y hacia adelante con esperanza, aunque el corazón aún tiemble.

Cuando todo termina, comienza el arte de reconstruirse. De encontrarse en medio del vacío. De escribir nuevos comienzos desde las ruinas. Porque incluso en los finales más oscuros, siempre hay una chispa que espera ser encendida.

Hoy escribo sobre eso. Sobre ese momento en que todo acaba y nos quedamos a solas con nosotros mismos. Pero también escribo sobre la certeza de que, después de cada final, siempre llega una nueva página en blanco.

Y tú… ¿cómo vives tus finales?



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