Los recuerdos son más que imágenes en nuestra mente; son fragmentos de lo que fuimos, piezas de un rompecabezas que, sin darnos cuenta, han ido moldeando nuestra historia. Cada uno de ellos nos pertenece, nos define y, de alguna manera, nos da sentido.
Algunos recuerdos son cálidos, como una manta en una noche fría. Son esas risas en una tarde cualquiera, las canciones que nos devuelven a un instante exacto, los abrazos que aún podemos sentir aunque hayan pasado los años. Son aquellos momentos en los que, sin darnos cuenta, fuimos felices.
Otros, en cambio, pesan. No porque queramos aferrarnos a ellos, sino porque se han convertido en parte de lo que somos. Son los que nos recuerdan lo que perdimos, las personas que ya no están, los caminos que no tomamos. Pero incluso esos, aunque duelan, son necesarios. Porque nos enseñan, nos transforman y nos recuerdan que la vida sigue, aunque no siempre de la manera que imaginamos.
A veces quisiéramos tener el poder de volver atrás, no para cambiar las cosas, sino para revivirlas. Para detenernos en un instante que pasó demasiado rápido, para decir algo que ahora entendemos mejor, para abrazar un poco más fuerte. Pero la vida no nos deja volver. Solo nos permite recordar.
Y ahí está la verdadera magia: en quizás saber que, aunque el tiempo avance, los recuerdos nos acompañan. Que no importa cuánto cambien las cosas, siempre habrá algo en nosotros que nos conectemos con ese niño que fuimos, con ese amor que sentimos, con ese momento en el que supimos que todo valía la pena.
Al final, no somos solo lo que vivimos, sino lo que recordamos de lo vivido. Y aunque no podamos regresar a esos momentos, siempre podemos llevarlos con nosotros.
📖 ¿Cuál es el recuerdo que siempre vuelve a ti?
Eres único escribiendo ,tiene el don de transmitir a las almas ,vas a llegar lejos…
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