A veces la vida nos golpea donde más duele: en el alma. Duele cuando después de haberlo dado todo, después de haber entregado tu tiempo, tu esfuerzo y tu corazón, te encuentras con el juicio injusto, con la mentira disfrazada de verdad y con la calumnia que corre de boca en boca sin piedad.
Qué fácil es hablar sin saber. Qué fácil es señalar, criticar, inventar historias y pisotear el nombre de alguien que lo único que ha hecho es dar, ayudar y anteponer el bien de los demás al suyo propio. Porque eso es lo que más duele: haber estado siempre ahí, sin pedir nada, solo por querer hacer las cosas bien, y aun así, ser blanco de comentarios malintencionados, de habladurías que hieren y de injusticias que desarman.
Detrás de cada sacrificio hay un corazón que también se cansa, que también sufre. Pero lo que hay detrás de cada mentira es vacío. Vacío de quien no es capaz de ver más allá de su propia mediocridad, de quien solo sabe ensuciar porque no sabe construir.
A pesar de todo, y aunque la herida escueza, solo queda una salida: seguir siendo tú. No cambiar, no rendirse. Porque quien actúa de corazón, con nobleza y verdad, puede mirar a los ojos y dormir con la conciencia tranquila. La verdad no necesita gritar, solo espera. Y aunque a veces tarde, siempre llega.
Que nadie apague tu luz. Que nadie borre tu esencia. La vida siempre termina poniendo a cada uno en su lugar, y cuando llegue ese momento, los que hoy señalan tendrán que agachar la cabeza.
La paz está en saber quién eres y en no necesitar demostrarlo a quien no quiere verlo. El tiempo y la verdad siempre caminan juntos, aunque a veces parezca que se pierden.
Las palabras se las lleva el viento… pero la verdad permanece.
Y ahora ya tienes algo de lo que seguir hablando, mi seguidor en la sombra.
Amén
ResponderEliminarUffff cada escrito que haces lo clavas en lo más profundo,dice la realidad de esta vida ufff, felicidades por como llega cada vez que escribes
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