sábado, 31 de mayo de 2025

Quien no ha corrido bajo la lluvia…

Quien no ha corrido bajo la lluvia y ha sentido libertad,probablemente ha vivido más pendiente del paraguas que del cielo.

Más ocupado en no mojarse que en moverse.
Y eso es lo que les pasa a muchos: se obsesionan tanto con no tropezar, con no mancharse, con no romperse, que terminan pasando por la vida de puntillas… sin pisarla.

Porque la vida no se vive a salvo.
La vida se vive de verdad cuando estás dispuesto a ensuciarte, a mojarte, a arriesgarte.
Cuando entiendes que un resfriado vale la pena si ese charco te hizo reír como un niño.
Que un “lo intenté” vale más que un “me quedé con las ganas”.
Que las mejores historias no las escriben los que se protegieron, sino los que se atrevieron.

Hay quienes se aferran a su agenda, a su rutina, a sus manías de control.
Pero ¿de qué sirve vivir cien años si lo haces con el alma en pausa?
¿De qué sirve cuidarte tanto, si al final no viviste nada?

Dios no te dio la vida para que la guardes en una caja fuerte.
Te la dio para que la uses, para que la gastes, para que la compartas.
Y cuando llegue el final —porque llegará, sin importar cuántas ensaladas comas o cuántas pastillas tomes— que al menos puedas decir:
“Viví como si cada gota de lluvia fuera un regalo.
Me empapé de momentos.
Y no dejé que el miedo me robara la libertad.”



viernes, 30 de mayo de 2025

Hecho de otra pasta… ¿o solo aprendí a resistir?

Hay quienes me miran como si nada me afectara.

Como si la vida me resbalara.
Como si tuviera el corazón blindado y los sentimientos sellados con hierro.
Como si estuviera hecho de otra pasta.
De la que no llora, de la que no se quiebra, de la que siempre va al frente aunque duela.

Y no los culpo.
Es fácil confundirse cuando uno no se derrumba a la primera.
Cuando no se deja vencer por la pena ni por el miedo.
Cuando, mientras otros se esconden, tú das un paso al frente y dices: "Aquí estoy, y no me rindo".

Pero lo que pocos entienden es que esa fortaleza no es frialdad.
No es indiferencia, ni ausencia de emociones.
Es todo lo contrario: es haber sentido tanto, haber vivido tanto, haber caído tantas veces…
Que aprendí a levantarme sin hacer ruido.
A tragarme las lágrimas si hace falta.
A apretar los dientes y seguir, aunque por dentro se me rompa algo.

Sí, soy de los que se crecen en la adversidad.
De los que no buscan excusas, sino soluciones.
De los que, cuando el mundo se viene abajo, construyen con los escombros.
No porque no duela, sino porque aprendí que solo así se ganan las batallas.

Y si eso me hace parecer distinto, que así sea.
Pero no te equivoques: también tengo heridas, también me duele el alma a veces, también me tiemblan las piernas.
Solo que no lo anuncio a gritos.
Solo que aprendí a pelear en silencio.
A confiar en Dios, en mí, y en lo que no se ve.

Porque no todo el que calla es insensible.
No todo el que sonríe está en paz.
No todo el que no se derrumba, lo tiene fácil.

Hay muchas formas de amar, y la mía…
es resistir.

Porque hay una verdad que siempre he llevado por bandera:
la vida no se trata de no caerse, sino de no quedarse en el suelo.




jueves, 29 de mayo de 2025

Cuando Todo Parece Perdido... Dios Sigue Sosteniéndote

 

A ti, que estás viviendo uno de los momentos más duros de tu vida.

A ti, que un día recibiste una noticia que te cambió para siempre.
A ti, que luchas contra una enfermedad que parece querer robarte la calma, el cuerpo, los días…
Quiero decirte algo, con el corazón en la mano: no estás solo. No estás sola.

Sé que hay noches en las que no puedes dormir. Que hay silencios que gritan más que las palabras. Que te miras al espejo y no reconoces a esa persona que te devuelve la mirada. Sé que a veces el miedo aprieta tanto que cuesta hasta respirar.

Pero déjame decirte algo que no es solo una frase bonita: Dios está contigo.

Aunque sientas que no te oye. Aunque pienses que te ha olvidado. Aunque a veces no puedas ni rezar.
Él está ahí.
Siempre ha estado. Siempre estará.

Dios no se aleja del sufrimiento. Al contrario: se hace más presente en él.
Está en esa enfermera que te sonríe sin saber por qué llorabas.
Está en esa llamada inesperada que te hizo sentir acompañado.
Está en el abrazo de alguien que no sabe qué decir, pero que está.
Está en cada oración que alguien eleva por ti, aunque tú ni lo sepas.

Él no necesita grandes palabras para escucharte. Basta con un “ayúdame”. Basta con un susurro. Basta con tu silencio.
Dios entiende el idioma del dolor. Y lo abraza.

La enfermedad no es castigo. No es olvido. No es abandono.
Es un misterio.
Duro, sí. Injusto muchas veces.
Pero incluso en este valle de lágrimas, Dios sigue escribiendo una historia contigo.
Una historia donde aún puede haber paz. Donde aún puede haber consuelo. Donde aún puede haber milagros, incluso si no vienen envueltos como esperábamos.

Y si algún día no puedes con todo…
Si te sientes tan cansado que no te salen ni las fuerzas para luchar…
Entrégate. Apóyate. Descansa en Él.

No tienes que hacerlo todo tú.
Dios es tu refugio. Tu fortaleza. Tu roca.

Y si el cuerpo se debilita, el alma puede seguir brillando.
Eres mucho más que tu diagnóstico.
Eres hijo. Eres hija.
Eres amado por el Dios que dio la vida por ti.

Y mientras haya un suspiro en tu pecho, hay esperanza.
Hay tiempo para abrazar, para decir “te quiero”, para mirar el cielo y repetir: “Señor, en tus manos estoy”.

No pierdas la fe.
Porque cuando tú ya no puedes… Él te carga.



domingo, 25 de mayo de 2025

Cuando todo termina

Hay un instante, justo después del final, en el que el silencio lo llena todo. Un suspiro ahogado, una lágrima contenida, una palabra que ya no se dijo. Cuando todo termina, comienza otra cosa. Aunque no lo parezca. Aunque duela.

Porque lo que acaba, no desaparece. Se transforma. Cambia de forma, de lugar, de ritmo. A veces se convierte en recuerdo. A veces en herida. A veces en enseñanza. Y otras, simplemente, en un hueco que antes estaba lleno.

Terminan los libros que no queremos cerrar. Terminan los amores que creíamos eternos. Terminan las etapas que fueron hogar, y los días que no supimos que eran los últimos hasta que pasaron. Y entonces nos preguntamos: ¿y ahora qué?

Ahora toca aprender a soltar. A agradecer lo vivido. A quedarnos con lo que nos hizo crecer. A mirar atrás con ternura y hacia adelante con esperanza, aunque el corazón aún tiemble.

Cuando todo termina, comienza el arte de reconstruirse. De encontrarse en medio del vacío. De escribir nuevos comienzos desde las ruinas. Porque incluso en los finales más oscuros, siempre hay una chispa que espera ser encendida.

Hoy escribo sobre eso. Sobre ese momento en que todo acaba y nos quedamos a solas con nosotros mismos. Pero también escribo sobre la certeza de que, después de cada final, siempre llega una nueva página en blanco.

Y tú… ¿cómo vives tus finales?



viernes, 23 de mayo de 2025

El café que va más allá del libro

Después de tantas emociones compartidas, he decidido dar un paso más.

Voy a compartir un café con quienes han llegado hasta el final de Bajo el Silencio de las Sombras.
Solo con ellos. Porque sé que, si lo has terminado, hay preguntas que te han acompañado, silencios que aún te hablan… y una necesidad de saber más.

Ese día, me abriré en canal.
Responderé a todo lo que muchos os habéis preguntado.
Compartiré lo que no está escrito, lo que se esconde entre líneas, lo que el alma calla pero el lector intuye.

No será una presentación.
Será un encuentro real, sincero, íntimo.
De tú a tú. De lector a autor. De corazón a corazón.

Y si aún no lo has terminado, no pasa nada.
Estás a tiempo de descubrirlo, de vivirlo, de sentirlo.
Porque cuando llegues al final, entenderás por qué este café no es para cualquiera.

Muy pronto anunciaré el lugar, la fecha y cómo participar.

Solo te pido una cosa:

Ven con el corazón abierto y preparado para sentir.






martes, 20 de mayo de 2025

"Cuando el Alma Aprende a Hablar en Silencio"

No siempre hace falta gritar el nombre de Dios para que otros lo escuchen. A veces basta con vivirlo, con dejarlo respirar en uno mismo, con permitirle que se cuele en los gestos pequeños, en las palabras justas, en la forma en que miras a quien sufre.

Hoy no vengo a dar lecciones. Vengo a hablarte desde el barro, desde este caminar de fe que muchas veces está hecho de dudas, de cansancio, de silencios. Pero también de certeza. Porque hay una verdad que me acompaña: Dios no abandona. Nunca.

He aprendido que el apostolado más eficaz no siempre se da en una homilía, ni en una charla, ni siquiera en una catequesis. Se da cuando alguien, sin saber por qué, se siente escuchado. Cuando se sienta a tu lado alguien que está roto por dentro y tú simplemente estás, sin juicios, sin prisas. Cuando un hijo ve en ti un ejemplo de paz, de lucha, de perdón. Cuando ayudas sin esperar, cuando amas sin exigir, cuando callas para no herir. Eso también es evangelizar.

El mundo tiene hambre. Hambre de amor real. De presencia. De personas que no hablen de Dios como una idea, sino que lo encarnen. Que su vida se vuelva un Evangelio abierto, donde cualquiera pueda leer consuelo, ternura, misericordia.

¿Quieres cambiar el mundo? Comienza por tu casa. Ama con verdad. Escucha con los oídos del corazón. Perdona lo que aún escuece. Da gracias. Y cuando no tengas fuerzas, arrodíllate. Porque solo el que ora puede sostener a otros.

Yo sigo caminando. Caigo y me levanto. Pero si algo he entendido, es que cuando uno se deja amar por Dios, sin condiciones, algo cambia para siempre. Y entonces… entonces el alma empieza a hablar sin necesidad de palabras.

Si esta entrada te ha tocado, no me lo digas a mí. Díselo a Dios. Y si puedes, háblale tú también a otro. Tal vez no con sermones, sino con la vida. Porque hay almas que solo pueden ser alcanzadas por la luz que tú llevas dentro.




viernes, 16 de mayo de 2025

Los Ángeles si existen, y yo he conocido a uno.

 Hoy he conocido a una chica valenciana, y su historia me ha dejado sin palabras. Ella recorre miles de kilómetros, llevando regalos de Disney a los niños de oncología. No lo hace por reconocimiento, ni por aplausos. Lo hace porque su corazón está lleno de amor, porque en su mirada habita una luz que pocos poseen.

Pero su historia es aún más profunda. El año pasado, la DANA en Valencia se llevó todo lo que tenía. Perdió su hogar, sus pertenencias y, entre ellas, todos los regalos que había preparado para esos niños que la esperaban con ilusión. Cualquier otro habría caído en la desesperación, pero ella no. Porque, aunque la DANA se llevó mucho, jamás pudo arrebatarle el corazón, el amor y las ganas de seguir luchando.

Sin rendirse, volvió a empezar. Reunió fuerzas, buscó nuevas maneras de llevar esa magia a los niños de oncología, sabiendo que ellos la esperaban. Y lo más increíble es que, pese a las adversidades, jamás dejó de sonreír.

Yo no la conozco en persona. La conocí a través de WhatsApp, pero su historia me ha tocado el alma. Y no he podido evitar decírselo: "Los ángeles existen, y tú eres uno de ellos". Porque en un mundo donde las noticias parecen pintarnos una realidad sombría, ella es la prueba de que los ángeles existen. No lleva alas, no viste túnicas celestiales, pero su presencia ilumina las habitaciones donde el dolor intenta robar sonrisas. Ella se convierte en esperanza, en magia, en un rayo de sol que atraviesa las nubes más oscuras.

Los niños la esperan con ojos llenos de ilusión, y en sus manos, esos pequeños regalos se transforman en tesoros que alimentan el alma. Porque, más allá de los juguetes, ella lleva consigo algo aún más valioso: tiempo, cariño y la certeza de que no están solos.

Hoy quiero compartir su historia porque el mundo necesita más personas como ella. Personas que decidan marcar la diferencia, que lleven esperanza a donde más se necesita. Porque en cada sonrisa que ella arranca, en cada mirada de asombro de esos niños, está la prueba de que, incluso en los momentos más oscuros, la bondad humana puede brillar con fuerza.

A ti, chica valenciana, gracias por recordarnos que los ángeles existen. Que sigas volando alto, iluminando corazones y regalando sonrisas donde más se necesitan.



martes, 6 de mayo de 2025

Un reencuentro guiado por el Espíritu Santo


La vida tiene una forma misteriosa de reencontrarnos con las personas que un día fueron parte de nuestro camino. No siempre lo hace en el momento que esperamos, pero sí cuando más lo necesitamos. Hay amistades que, aunque el tiempo y la distancia las enfríen un poco, nunca se rompen del todo. Y en mi caso, esa amistad llevaba años dormida… hasta que el Espíritu Santo la despertó.

Él y yo nos conocimos hace años, compartimos momentos, palabras, silencios... Pero como suele pasar, la vida nos llevó por senderos diferentes. No dejamos de hablarnos, pero tampoco compartíamos como antes. Sin embargo, Dios tiene sus propios planes. Y cuando Él decide unir, no hay nada que pueda separarlo.

Fue el Espíritu Santo quien, sin hacer ruido, volvió a acercarnos. Y desde entonces, cada martes se ha convertido en un pequeño oasis para mí. Un rato de charla sincera, sin máscaras, sin prisas, con la verdad de por medio. Él me escucha, me habla con el corazón en la mano, y me guía sin imponerse. Y yo vuelvo a casa con una paz que no se compra ni se vende. Una paz que solo viene de lo Alto.

Hoy quiero agradecerle públicamente. Porque su presencia, su tiempo y su fe me están ayudando mucho en mi camino espiritual. Porque a veces, Dios no habla con truenos ni relámpagos, sino a través de un amigo que vuelve a tu vida en el momento justo. Y entonces, sabes que no es casualidad. Es providencia.

Gracias, amigo. Que el Espíritu siga soplando fuerte entre nosotros.





domingo, 4 de mayo de 2025

A Todas las Madres: Gracias por Ser Hogar, Fuerza y Amor

Hoy no es solo un día en el calendario. Hoy es un suspiro colectivo de gratitud, una pausa para mirar con ternura a esas mujeres que han sabido ser abrigo, impulso y raíz.

A todas las madres…
Las que dan la vida y las que la crían.
Las que están cerca y las que viven en la memoria.
Las que han sido madre por elección, por destino o por corazón.

Ser madre es mucho más que un título: es una entrega diaria, muchas veces silenciosa. Es dar sin medida, renunciar sin lamento, sostener incluso cuando todo tiembla. Es estar sin pedir nada, más allá del cansancio, del miedo o del tiempo.

Gracias a quienes curan con la voz, a quienes consuelan con la mirada, a quienes luchan sin ruido por el bienestar de los suyos. Gracias a las que han hecho del amor una forma de vivir.

Hoy celebramos a esas mujeres que son faro cuando todo se apaga, refugio cuando llega el frío, empuje cuando faltan las fuerzas.
Madres de sangre, de alma, de vida…
Gracias por existir. Gracias por tanto.

📖 Porque detrás de cada historia, siempre hay una madre. Y el mundo, aunque no siempre lo diga, no sería el mismo sin vosotras. 



jueves, 1 de mayo de 2025

El Mundo No Necesita Títulos, Necesita Manos Dispuestas a Ayudar


Vivimos rodeados de nombres, cargos, diplomas y distinciones. Y, sin embargo, hay algo que pesa más que todo eso: el gesto desinteresado.
Porque la verdad es que el mundo no necesita más títulos.
El mundo necesita manos dispuestas a ayudar.

Manos que arropan al que tiembla de frío, que ofrecen pan al que lleva días sin probar bocado, que se tienden sin preguntar el motivo de la caída. Manos que no calculan, que no juzgan, que no hacen ruido… solo ayudan.

He visto corazones enormes en personas humildes, en esas que pasan desapercibidas pero que aparecen justo cuando se les necesita. No llevan uniforme, no ostentan cargos. Pero su presencia cambia el día de alguien. Y a veces, incluso, cambia una vida.

La verdadera caridad no necesita focos. No pregunta, no etiqueta, no condiciona. La verdadera caridad actúa. Da sin esperar. Ama sin conocer. Ofrece sin medida.

Esa es la grandeza que realmente importa. No la que se reconoce en discursos, sino la que se siente en el alma. La que da refugio sin pedir historia, la que escucha sin prisa, la que abraza sin prejuicios.

📖 Hoy escribo por y para esas personas que, con las manos abiertas y el corazón dispuesto, hacen del mundo un lugar más digno. Personas que entienden que la humanidad no se mide en méritos, sino en actos. Porque al final, solo eso queda.



Cuando la Soledad es Refugio

Hay días en los que uno se cansa de dar explicaciones. Días en los que todo lo que haces parece estar mal. Días en los que, aunque te partas...