La vida está hecha de pequeños instantes. No siempre nos damos cuenta de su importancia hasta que se convierten en recuerdos.
Un café en silencio mientras todos duermen, la risa espontánea de un niño, el olor a tierra mojada después de la lluvia, una conversación que llega en el momento justo… Son detalles que parecen insignificantes, pero que, con el tiempo, se convierten en esos momentos que nos sostienen.
Es curioso cómo, en un mundo que va tan rápido, son precisamente los instantes más sencillos los que nos hacen sentir vivos. Y es ahí donde la escritura se convierte en mi forma de detener el tiempo, de atrapar sensaciones que, de otro modo, se perderían.
A veces no hace falta una gran historia para escribir, basta con recordar un gesto, una mirada, una emoción. Porque al final, lo que nos marca no siempre es lo extraordinario, sino la manera en que vivimos lo cotidiano.
Así que hoy escribo sobre eso, sobre la magia de lo simple, sobre esos pequeños momentos que, sin darnos cuenta, nos construyen.
📖 Y tú, ¿qué instante guardas como un tesoro?